jueves, 25 de diciembre de 2014

Nueva York

La encuesta ¿A qué ciudad preferirías viajar? ha terminado quedando como ganadora la ciudad de Nueva York. Por eso, hoy vamos a darle protagonismo y vamos a hablar de ella. 
Nueva York es una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo. La gran mayoría de los turistas la elegirían como destino para sus vacaciones y es mundialmente conocida la frase de que "a Nueva York hay que ir, por lo menos, una vez en la vida". Son de sobra conocidas sus calles y lugares famosos debido a la gran cantidad de películas rodadas allí y no son menos las canciones que han hablado de ella. Se dice que en Nueva York siempre hay algo que hacer sin importar el día ni la hora, ¿será debido a eso su gran fama?
Y es que es un mundo aparte, Enric González dijo una vez que Cuando en Nueva York son las tres de la tarde, en Europa son las nueve de diez años antes. Es diferente por su continua evolución, su ir y venir de gente, sus famosos taxis amarillos, sus anchas avenidas y las vistas de su estatua desde cualquier punto de la ciudad. 
Ahora vamos a hablar de ciertas curiosidades sobre Nueva York. Anteriormente he mencionado los taxis amarillos pero, ¿sabéis por qué son de ese color? Pues bien, John Hertz, fundador de la compañía, se enteró a través de un estudio de que el amarillo era el color que más fácilmente percibía el ojo humano. Además, si sumásemos los kilómetros de sus calles podríamos construir un puente que uniese Lisboa y Buenos Aires. El metro funciona las 24 horas del día y los músicos que tocan en él pasan primero por un exigente casting. Central Park, el gran pulmón de Nueva York, es más grande que el Principado de Mónaco y el famoso árbol de Navidad que se ilumina cada año en el Rockefeller Center tiene tan sólo 50 años de edad, 24 metros de alto y pesa 9 toneladas. 
La Gran Manzana os está esperando. La ciudad que nunca duerme os acogerá con los brazos abiertos y es probable que decida no soltaros nunca, ¿a qué esperáis para conocerla?

domingo, 14 de diciembre de 2014

Keukenhof

Nos encontramos en Holanda, en la localidad de Lisse. Aquí se sitúa Keukenhof, uno de los jardines más bellos del país. Se compone de extensos campos de tulipanes y de invernaderos en los que se cultivan todo tipo de flores. Además, cuenta con un lago central y diversos puentes de madera.
Es muy recomendable visitar keukenhof, conocido como el jardín de Europa, a pesar de que es muy probable que esté lloviendo. 
El precio de entrada al jardín es de 16 euros para los adultos y 8 para los niños, teniendo que pagar también el Parking. Podéis encontrar los precios y condiciones en la página oficial de Keukenhof. 
Todo turista que se acerca al jardín queda embriagado con los olores y aromas que ofrecen las instalaciones, pudiendo también adquirir souvenirs en las tiendas de la entrada. 

Si queréis ir a Keukenhof, no dudéis en cargar vuestra cámara de fotos y en pasar un día inolvidable rodeados de los regalos que nos ofrece la naturaleza. 

Aquí podéis obtener información práctica sobre Keukenhof y un plano del jardín.

martes, 25 de noviembre de 2014

Día 1: Marrakech




Hoy he visto en una revista esta publicidad sobre Marrakech, que me ha parecido fascinante ya que retrata un diario de viaje y he querido compartirla con vosotros. Os recomiendo conocer la ciudad. Para más información sobre ella podéis visitar la guía de Marrakech.




lunes, 17 de noviembre de 2014

Martes y 13, ni te cases ni te embarques.

Hay mucha gente con fobia a este día, considerado de mala suerte. Ésto se llama Trezidavomartiofobia. Se considera que una boda o un viaje, si empiezan en este día, acabarán mal. Es habitual que los aviones no tengan fila 13, en Madrid no hay línea 13 de autobús, nadie lleva el número 13 en las competiciones de Fórmula 1, la treceava edición de Gran Hermano en España se llamó "Doce más uno", muchos hoteles no tienen planta 13 y ninguna persona en España tiene el DNI con el número 13.

Pero, ¿a qué se debe este odio tan arraigado al número 13?
Como en todo, hay una parte de religión, otra de mitología, otra de azar, otra de historia y otra de desagradables consecuencias que se han ido sucediendo a lo largo de los años.
En la Última Cena de la religión Cristiana había doce apóstoles más Jesucristo, por lo que se considera a Judas como la persona número 13 relacionándole con la traición, la muerte y la humillación. Además, es en el capítulo número 13 del Apocalipsis en el que aparece el anticristo. Por otro lado, en la mitología nórdica, Loki era el dios del timo y de las mentiras y le corresponde el número 13. En el Tarot la carta número 13 corresponde a la muerte y el Apolo 13 fue lanzado a las 13:13 horas y sufrió una explosión en pleno vuelo.

Por otro lado, un martes cayó la ciudad de Constantinopla, considerada una de las más importantes de la historia; y la palabra proviene de Marte, el dios griego de la agresividad y de la malicia, relacionado con la destrucción, la violencia y la sangre. Además, cuenta la leyenda que un martes 13 se produjo la confusión de lenguas en la Torre de Babel.

Pero, ¿por qué no le damos la espalda a las supersticiones y sonreímos porque es martes y 13?
Un martes y 13 nació Hitchcock, considerado el mejor director de cine de Inglaterra. Un martes y 13 Francia limitó la jornada laboral y en España se reguló el trabajo de las mujeres y los niños. Un martes y 13 se creó la ONCE. Un martes y 13 se produjo la reunificación de las dos Alemanias, acabando con años de odio y juntando de nuevo a familias y seres queridos. Un día 13 España abolió la esclavitud. Un día 13 Mickey Mouse apareció por primera vez y un día 13 arrancó el primer Mundial de Fútbol de la historia. Además, un día 13 los Beatles lanzaron el álbum Yellow Submarine

Por ello hay que descubrir la vida con una sonrisa, porque cuando cambiamos nuestra forma de mirar las cosas, las cosas que miramos cambian.

Martes y 13, ¡CÁSATE, EMBÁRCATE Y RÍE HASTA LLORAR!




jueves, 6 de noviembre de 2014

Vive viajando y viaja soñando

Como el día de tu cumpleaños, la entrega del boletín de notas o la apertura de esa tienda que tanto te gusta; la fecha de un viaje es algo que se espera durante todo el año. Y es que no se necesitan muchas cosas para hacerlo, conozco a gente que ha planificado un viaje en dos horas, ya habréis oído eso de cuando no planificas las cosas es cuando mejor te lo pasas. Y da igual que sea Nueva York con sus rascacielos acariciando a las nubes, Londres con su gran ojo girando continuamente, Moscú con sus característicos edificios y su Metro recordándote las estancias de un gran palacio o Milán con sus infinitas boutiques de moda. Ni siquiera importa que sean las cálidas playas del Caribe o el frío de Alaska, las ruinas de Machu Picchu en Perú, los grandes desiertos de Túnez, el Chichen Itza de la Riviera Maya, los safaris de Sudáfrica, Nueva Zelanda permitiéndote conocer la cultura maorí o los imponentes templos de Japón. Porque vayas a donde vayas será lo que más desees en ese momento, lo que te hará palpitar el corazón un poquito más rápido y lo que hará que no dejes de hablar de ello con cada persona que te encuentres.




Como dijo Hipólito Taine: "Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas." Y es que al empezar un viaje, nos abrimos a nuevas costumbres y culturas. Viajamos para conocer, para experimentar. Viajando acabamos con todos nuestros prejuicios y nos deshacemos de la idea de que sólo en nuestro país de origen podemos vivir tal y como estamos acostumbrados.

¡Qué bonito es descubrir poco a poco las costumbres extranjeras! Darte cuenta de que interiorizas sus hábitos, de que de repente te das cuenta de que entiendes sus movimientos. Formar parte de la vida de otras culturas es una sensación que sólo puedes experimentar si viajas. Porque viajar es la única cosa que compramos que nos hace más ricos. Como citó el escritor, viajero y periodista Javier Reverte: "La aventura de viajar consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes en parajes lejanos a tu hogar."

Viajar no está limitado a ningún tipo de edad, sexo, raza, religión o ideología. Lo único imprescindible para realizar un viaje es ir predispuesto a aprender, a descubrir, a explorar, a disfrutar.

Por todo ello, nunca dejes de viajar. Vive viajando y viaja soñando.

jueves, 30 de octubre de 2014

Estambul, choque de civilizaciones

A pesar del calor de los bazares, de la simpatía de la gente y de los dulces tés hirviendo que sirven en cada restaurante; si viajas a Estambul en diciembre tendrás que preparar una maleta llena de abrigos. Así lo hice yo cuando fui y, a pesar de ello, sentí frío al salir por las puertas del aeropuerto de Ataturk. Lo primero en lo que me fijé al llegar fue en la gran cantidad de taxis que había y en la prisa de los coches por la autopista, donde en ocasiones se formaban grandes atascos. Ésto no resulta raro si tenemos en cuenta que Estambul tiene más de catorce millones de habitantes. Por la ventanilla del taxi veía continuas mezquitas y edificios que me recordaban a Aladdin, mi película de la infancia, y no podía dejar de pensar en los años de Historia que tenía la gran ciudad que se presentaba ante mí.
Lo que más me impresionó no fue la Mezquita Azul, ni Santa Sofía, ni siquiera el puente Galata ni el puerto de Eminönü; sino los grandes bazares donde gente de todas las edades, razas y culturas acudía a comprar cosas mediante el truco del regateo.


Una fusión de colores y aromas se entremezclaban entre los diferentes puestos, donde se podían encontrar desde telas y cueros hasta falsificaciones, sin olvidar las famosas shishas. En la puerta central del Gran Bazar se encontraba el punto de encuentro de la mayoría de turistas: la columna de Çemberlitaş. Ésta se erigió como monumento a las órdenes del emperador Constantino al declarar Bizancio como capital del imperio romano. 
En mi tercer día en la ciudad decidí ir a la plaza Taksim, de la que había oído hablar por televisión debido a las manifestaciones que se estaban produciendo. Al llegar me encontré con un gran mercado de flores y con un pequeño tranvía que daba vueltas alrededor de la plaza. A la vuelta caminé por Defterdar Yokuşu, una ancha avenida que me recordaba a la Gran Vía de Madrid y en la que se encontraban todas las tiendas y hoteles de lujo. Al final de la calle estaba la Torre Galata, famosa por dar nombre al barrio y al puente. Subí a ella a pesar de que el ascensor estaba estropeado y pude contemplar las increíbles vistas de Estambul.
El resto de los días los pasé visitando mezquitas, en las que había que descalzarse para entrar y cubrirse la cabeza con un velo. Según la religión islámica esto se hace para no incomodar a Alá. Los musulmanes, además, se lavan las manos y la cara antes de entrar en una mezquita y luego rezan. La oración es un ritual complicado que consta de una serie de pasos y que se debe hacer siempre mirando hacia el Mihrab, que está orientado a la Meca.
La comida turca me resultó demasiado picante y no era como me la había imaginado (sólo encontré un puesto de kebabs parecidos a los que se hacen en España). 
El último día fui al café Pierre Loti, que estaba al lado de un cementerio. Este café era famoso porque el escritor y explorador Pierre Loti acudía a menudo para meditar mientras bebía uno de los más de quince tipos de té que se servían. 
El último día, mientras esperaba en el aeropuerto para regresar a España, no pude evitar pensar en la gran cantidad de contrastes de Estambul y en toda la Historia que había pasado por sus calles. Pensé en todos los nombres que había tenido (Constantinopla, Bizancio y Estambul) y en lo importante y estratégica que había sido para todos los imperios. Me alegré de que estuviese tan bien conservada y de que los monumentos permaneciesen intactos, y me senté en una cafetería del aeropuerto dispuesta a tomar mi último té en tierras turcas.